15 de julio de 2008

Ernst Haeckel, Aulastrum Triceros, Aulonia Hexagona, Etmosphaera conosiphonia, 1887


Ernst Haeckel fue un ferviente evolucionista. Sus ideas al respecto fueron recogidas en 1866 en su Generelle Morphologie der Organismen (Morfología general de los organismos), cuyo segundo volumen dedicó a Charles Darwin, Wolfgang Goethe y Jean-Baptiste Lamarck. No obstante, aunque Haeckel fue un gran defensor de la idea de selección natural, en realidad ignoró el papel del azar en la teoría darwinista.
Radicalmente progresista, Haeckel defendió que la evolución estaba dirigida hacia una complejización progresiva que tendría al hombre como meta última. Haeckel era, además, radicalmente materialista y consideró la evolución como una de las mejores pruebas de dicha filosofía.
Sin embargo, en sus dibujos a través del microscopio se trasluce una realidad bien distinta, donde un organismo aparentemente sencillo como un grano de polen, es en realidad un complejo sistema de desarrollo a partir de operaciones sencillas repetidas y aplicadas en continuidad.
No es necesaria la adquisición de información genética extra para poder evolucionar, simplemente es necesaria la constatación del proceso de crecimiento mediante operaciones de multiplicación que, repetidas una y otra vez, permiten la evolución de un sistema primitivo hacia uno más complejo.